Por 25 pesetas -o euros, da igual-, decir escritores irlandeses que se hallan atrevido con el género de terror... tic, tac, tic, tac... Bram Stoker, tic, tac, Charles Maturin, tic, tac, tic, tac, Oscar Wilde,...yyyyyyyyy, ahora también John Boyne. ¿ Que no nos suena de nada ?, normal, pero y si digo "El niño con el pijama de rayas", igual la cosa cambia. En efecto, John Boyne es autor de ese bestseller llevado después a la gran pantalla con bastante éxito. Menos conocida es su incursión en el género del terror, con la novela que hoy nos acompaña "El secreto de Gaudlin Hall".
Así que nos ponemos cómodos en nuestro mejor sofá, pies en alto, pipa en mano, kindle en regazo, y aire fresquito sobrevolando nuestro cogote, porque la historia que vamos a descubrir bien merece que prestemos toda la atención y no perdamos detalle. Sin más dilación:
La joven Eliza sufre la pérdida de su amado padre, la burbuja de protección paterna se pincha y se ve abocada a buscar un trabajo, un anuncio para cubrir el puesto de institutriz en Norfolk llama su atención, tras su solicitud la incorporación al trabajo es inmediata, el lugar, la mansión de los Westerley, una noble familia con una historia terrible a sus espaldas que Eliza desconoce por completo.
Al llegar a la casa Eliza conoce a los niños que debe cuidar, Isabella la mayor, y el pequeño Eustace, sin embargo no hay ningún adulto en casa con ellos, ¿ Dónde están sus padres ? ¿ Quién prepara la comida ? ¿ Quién cuida de la casa ?, no parece haber nadie más que los niños y el viejo cochero que ni siquiera vive en la misma finca.
Eliza pronto comienza sufrir en sus carnes ciertos fenómenos paranormales, cuando intenta hablar con el administrador de los Westerley se le niega la información primero, y después recibe algunas explicaciones sobre la familia que le hacen estremecer.
El pánico arrecia cuando Eliza se entera que los niños han tenido cuatro institutrices en el último año, tres de ellas muertas en extrañas circunstancias y la última huyó despavorida de Norfolk para no volver jamás. Al parecer la difunta madre de los niños no va a permitir que nadie cuide de sus hijos, y su próximo objetivo es la nueva institutriz, que sin embargo contará con una inesperada ayuda.
John Boyne nos transporta literalmente al corazón de una novela gótica con todos los ingredientes del género, y con un estilo que muy bien podría haber firmado el mismo Henry James en su "otra vuelta de tuerca". Una delicia de novela para los amantes del género, con un terror fino, sutil, dejando entrever pero no mostrando a pecho descubierto, unos ambientes muy bien recreados, y un tempo del relato in-crescendo que culmina en un final correcto.
Nota: 8,5/10